Todo cambia. Cambian las estaciones, los muebles, la pintura, las personas. Ya no queda nadie aquí de los de antes. Cristina recibió una mejor oferta de otro hospital y se marcho, junto con el doctor Severiano, a atender otros corazones rotos. De los internos tampoco quedamos muchos de los de antes... Sólo tres: Yo, Yomismo y Mismamenteyo. Lo que pasa es que nuestra locura ya ha comenzado a aburrirnos. A veces nos preguntamos, en nuestras largas e interesantes conversaciones, que hacemos aquí, ejerciendo aún de locos cuando vemos que tantos y tantos abandonan, renuncian a la locura. Estamos perdiendo la fe en nosotros mismos y eso nos enloquece.
¿Sería mejor curarnos y depender de nosotros mismos, de la razón, de la experiencia? ¿Porqué el césped no es verdura a pesar de su color y tan sólo se le considera hierba? Así, con nuestras reflexiones, pasamos los tres el día a día.
Quizás dando al revés las vueltas para llegar al mismo sitio: el interior de nosotros mismos.
Infiltrado, que ha vuelto.