Desde que estoy en las habitaciones privadas, mi vida es un infierno. Bueno, las habitaciones privadas aquí son de tres internos. Uno soy yo claro. El segundo es un antiguo marino, un poco rudo pero buena persona, noble y compañero. Pero el otro es el típico loco listillo que consigue sacar de quicio a todos los demás internos. Ahora, como está convencido que, por la crisis, van a comenzar a dar altas a los internos, esta muy preocupado. Dice que si regresa a casa su mujer lo mata. Y no me extraña, a veces a mi también me entran ganas. Cualquier día de estos, en la terapia de grupo, me lo cargo.
Eso si, le encanta perseguir a cuanta mujer se le pone por delante. Es un obseso que no se come ni una rosca, salvo con Flavia Rosa, una ecuatoriana interna que, además de loca, es casi una inválidada que no puede echar a correr. Algunas internas le tienen miedo y no quieren quedarse a solas con él.
Yo, como soy malo, intento que el Doctor Buy descubra su verdadera forma de ser (su verdadera patología más bien) y le "recomiende" hermosas sesiones de electroshock o, en su defecto, una efectiva lototomía.
Infiltrado