viernes, 17 de abril de 2009

VEINTE


Intento dejar de escribir aquí... pero no puedo. A veces simplemente necesito ser el loquito que ahora (¿o siempre?) soy. Dejar navegar mi mente a la deriva, simplemente para comprobar a que puertos me lleva... o si naufraga en mares de nieblas, de escollos, de salientes.

La profundidad de la mente se suele medir en lagunas. Mis lagunas son eternas, como la mente. Eso me lleva irremediablemente a confundir las sueños, los deseos mas ocultos, los destellos de cordura. Y los rostros se difuminan cuando se alejan. Tienden su mano y luego huyen divertidos, como quien hace una trastada, chiquilleando.

Es lógico. Si existe algo lógico en mi vida es eso: el vuelo de los rostros, de personas, como emigrando al sur dónde el clima es más propicio para sus corazones. Creyéndose pajarillos bordean la locura de puntillas, sin que se sepa. Agreden su imagen a deshoras, sin quererlo, como el que no quiere la cosa.

Y tras los rostros van los huesos, conformando, al fin, los cuerpos de aquellos que un día quise y ahora me son esquivos...

Tal vez el resumen sea que lo que doy no merezca la pena ser tomado, ni siquiera por la fuerza...

Se que no lo entendéis, pero pido perdón, también por ello.

Infiltrado

2 comentarios:

Mar y ella dijo...

Al menos yo lo entiendo más de lo que piensas ,más de lo que yo misma confieso.......
Un abrazo con mi cuerda locura...



Mariella

Abogada Soltera dijo...

Los incomprendidos, los amorosos, los que sienten, los que padecen, los que sueñan, los que se emborrachan, los que trasnochan, los que muerden, los que recibem los que festejan, los que se lamentan... los que te entenden.
Déjate abrazar... besos,...