DOCE + UNO

Estoy enamorado. Si, lo reconozco. Estoy enamorado de mi cuidadora. De Cristinita. Ya se que es un amor imposible, pero me encanta como se vence sobre mi cuando me ata a la cama, como se cimbrea su cuerpo cuando sube las barandillas, como se estira para ajustar el gotero de Trankimazin (el alprazolam está acabando con mi escasa lucidez...) y, sobre todo, como se contonea su cuerpo al salir de la habitación. He llegado incluso a fingir estados de desmayo, de aletargamiento extremo, con el único fin de que sea ella la que me asee y poder sentir sus manos sobre mi cuerpo.

Pero como he dicho, es un amor imposible. Un pobre loco como yo no puede esperar el amor de una mujer como ella. Y el caso es que yo creo que si me quiere, pero no puedo condenarla al amor de un loco. Una mujer como esa no debe esperar a que un hombre recobre la cordura para ser amada, mimada, seducida, cuidada... Estamos muy lejos el uno del otro. Ella tiene su vida fuera y yo mi vida en el Psiquiátrico. Así que es una relación sin futuro.

Sólo puedo hacer una cosa como demente que soy: Amarla con locura.

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Infiltrado

Para Cristinita, mi Arco Iris, mi amor imposible.